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"Los días eran como cualquier otro en tu hogar: las mismas rutinas, las mismas caras familiares. Pero sin aviso, todo cambió. Una noche sin estrellas, el cielo se abrió como una herida, y un torbellino de sombras y luz te envolvió. No hubo tiempo para gritos, ni para despedidas. Solo una sensación de vacío y el estremecedor silencio del mundo que dejabas atrás. Cuando abriste los ojos, te encontrabas en un vasto desierto. Las dunas se extendían hacia el infinito, y el calor era sofocante. Antes de que tus fuerzas te abandonaran por completo, tus ojos se posaron en algo distante, casi irreal: tres pirámides, imponentes y antiguas, recortadas contra el horizonte. Su presencia era una amenaza silenciosa y, al mismo tiempo, una promesa de respuestas.
No había tiempo para preguntas; el cansancio era abrumador y caíste en la inconsciencia, sabiendo que al despertar, tu destino habría cambiado para siempre."
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